El barrio porteño de La Boca se define sin falta por su colorido. Pero si uno rasca sobre la superficie de la pintura sobrante de los barcos, que se usaba para cubrir las pobres casas de antaño, se encuentra con personajes como el artista Benito Quinquela Martín: un loco luminoso, filántropo y humorista adorable.

Un remedo de uniforme militar algo desaliñado y un largo tornillo con lazo colgando del cinturón. Así vestido, el gran maestre de la Orden del Tornillo, el pintor argentino Benito Quinquela Martín, recibía a sus invitados durante las divertidas tertulias que organizaba en su atelier del tercer piso de la casa ubicada en la avenida Pedro de Mendoza 1835, en pleno barrio de La Boca, donde hoy se encuentra el museo que lleva su nombre. Allí se conservan parte de su obra (y de otros artistas figurativos argentinos), ejemplares de los tornillos que él mismo elaboraba y algunas de sus coloridas pertenencias; además, es posible adentrarse en sus ideas.

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Arte, ética y locura

Las mesas se cubrían con manteles de papel y vasos de plástico. El menú era siempre el mismo: tallarines de colores (que resultaban una verdadera excentricidad por aquellos días). Las risas estallaban espontáneas todo el tiempo. Más de 300 “locos luminosos” fueron condecorados en estas tertulias con la Orden del Tornillo desde su fundación en 1948.

Durante la ceremonia, el galardonado debía girar y, cuando se detenía, el anfitrión, dándole un leve golpe sobre el hombro con un bastón le decía: “Ya estas atornillado, pero no te lo ajustes mucho porque no es bueno, siempre es mejor tenerlo un poco flojo para poder crear”.

¿El criterio para la selección de los homenajeados? Debían ser cultores de la Verdad, el Bien y la Belleza, además de haber creado obras en beneficio del bien común. Así, fueron condecorados artistas plásticos, poetas, escritores, periodistas, actores, músicos, cantantes, científicos y estadistas, tanto argentinos como extranjeros.

Uno de sus homenajeados más célebres fue Charles Chaplin, quien recibió su tornillo por intermedio de su hija Geraldine, que en 1966 estaba de paso por Buenos Aires y asistió a la tertulia que calificó como “muy divertida”.

A todo hombre que sueña le falta un tornillo. Este tornillo no los volverá cuerdos; por el contrario, los preservará contra la pérdida de esa locura luminosa de la que se sienten orgullosos.

Benito Quinquela Martín, pintor argentino.

Benito Juan Martín nació en Buenos Aires el 1 de marzo de 1980 y fue entregado a una casa de niños huérfanos, donde vivió hasta cumplir los seis años, cuando el matrimonio Chinchella, del barrio de La Boca, decidió adoptarlo. De modo que se trasladó a vivir en la carbonería de la familia, que se ubicaba a pasos del puerto, donde trabajó y vio de cerca las escenas que luego retrataría en sus vívidos cuadros.

A los 10 años de edad tuvo que abandonar la escuela para ayudar a sus padres en la carbonería, pero durante su adolescencia tomó clases de pintura. Allá por el año 1918 logró tener su primera exposición individual, empezó a pintar con espátula y adoptó el nombre Benito Quinquela Martín (castellanizando el apellido italiano… con la consecuencia de que los vecinos genoveses empezaron a decirle “cuincuela”). La consagración internacional llegó pronto y el pequeño niño huérfano se convirtió durante más de 70 años en el cronista artístico de La Boca, además de ser el mayor benefactor del barrio.

Con el dinero que ganó vendiendo sus cuadros en el mundo, primero les compró la casa a sus padres y luego donó al barrio la escuela Pedro de Mendoza (que aún funciona bajo el museo), el Lactarium Municipal Nº4, el Jardín de Infantes Nº6, la Escuela de Artes Gráficas, el Instituto Odontológico Infantil y el Teatro de la Ribera.

En el puerto junto al Riachuelo, en los conventillos y entre los inmigrantes genoveses que eran mayoría en La Boca, Quinquela Martín había aprendido sobre la importancia de la solidaridad y siempre aseguraba que estas contribuciones a su comunidad no eran más que “devoluciones”, por todo lo que había recibido.

Pero los viajeros reconoceremos de inmediato su aporte más célebre al barrio: la calle-museo Caminito de La Boca. La recuperación del lugar mediante la instalación de bajorrelieves y esculturas, en 1959, fue una iniciativa de Quinquela Martín y constituye la primera intervención urbana de Buenos Aires. Luego, el amigo del pintor, Juan de Dios Filiberto, inmortalizaría el Caminito en un tango.

El estilo jocoso y descontracturado de Quinquela Martín lo llevó también a fundar la Segunda República Independiente de La Boca, una organización con fines humorísticos cuyos avatares históricos son dignos de las mejores comedias urbanas.

Así, cuando durante una entrevista, allá por el año 1968, Quinquela dijo “La Boca es un invento mío”, no estaba siendo jactancioso, se atenía a la realidad.

Escuela, museo, atelier, casa

Todo este preámbulo no es más que pura inspiración para que, en cualquier visita al barrio de La Boca, no dejes de visitar el Museo Benito Quinquela Martín.

Por la misma puerta por la que se accede a la escuela Pedro de Mendoza, del lado izquierdo, encontrarás la entrada al museo. En el segundo piso, en la sala Américo Bonetti se exhibe una colección de 32 mascarones de proa. Luego, encontrarás cuadros de pintores argentinos (o inmigrantes avecindados) figurativos: Eduardo Sívori, Ernesto de la Cárcova, Pío Collivadino, Alfredo Lazzari (maestro de Quinquela), Vicente Vento, Luis Tessandori, Lino Spilimbergo, Fernando Fader y Antonio Berni, entre otros.

Dónde:Museo de Bellas Artes de La Boca de Artistas Argentinos «Benito Quinquela Martín». Av. Pedro de Mendoza 1835, Buenos Aires, Argentina. T. +54 11 4301 1080.

En el tercer piso del museo, entras de lleno al mundo de Quinquela Martín: allí se exhiben los cuadros y grabados del pintor. Además, es posible visitar la que fuera su casa y su atelier, donde vivió el artista hasta su muerte en 1977. Allí el detalle sorprendente es que todos los objetos están intervenidos por el artista con sus colores favoritos.

Por último, se puede recorrer la terraza, donde se muestra de manera permanente una interesante colección de esculturas de piedra y bronce de diferentes artistas.

Al salir del museo, con la mirada llena de colores, vas a notar que justo enfrente del museo-escuela, el trecho de acera que corre junto al Riachuelo, tiene adoquines multicolores. Se trata de un último homenaje al inventor de La Boca, al que –por suerte– le faltaba un tornillo.

Barrio de La Boca, Buenos Aires, Argentina.
La inmensa sonrisa de la ciudad de Buenos Aires, junto al Riachuelo. Barrio de La Boca.

Cuando La Boca tenga calles de color, será una inmensa sonrisa junto al Riachuelo.

Benito Quinquela Martín, inventor y pintor de La Boca, Buenos Aires, Argentina.

Escrito por:Jes Garbarino

Periodista y viajera. Armo la maleta (antes era mochila) cada vez que tengo oportunidad, desde hace más de 20 años.

2 comentarios en “MUSEO BENITO QUINQUELA MARTÍN: Al inventor de La Boca le falta un tornillo

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