Al atardecer, un enjambre de vespas se lanza a recorrer las calles de Saigón haciendo paradas estratégicas para probar delicias locales.
La ciudad zumba con el aletear de los motores de miles de motonetas que circulan raudas en unas aglomeraciones imposibles, que sin embargo fluyen sin un roce siquiera. Ciudad Ho Chi Minh –conocida como Saigón en tiempos de los franceses– tiene, por cierto, la mayor concentración en el mundo de pequeñas motos o xe máy.
Los vietnamitas lo hacen todo sobre una motoneta, pareciera que no les gusta caminar… Aunque no queda claro si no caminan porque las aceras están atestadas de motos o se acumulan las scooters porque nadie está dispuesto a gastar sus zapatos. ¿Qué te impide comprar la fruta del día sin bajarte de la moto y descargarla justo dentro la cocina?
Vimos motos y se nos antojó viaje
Así las cosas. Así la circulación en Saigón. De modo que es casi una perogrullada afirmar que la mejor forma de conocer la ciudad es sobre dos ruedas y un motor. Varias empresas ofrecen tours de este tipo y, ciertamente, vale la pena experimentar el vértigo del estilo de vida local.
El Saigón After Dark –recorrido nocturno de cuatro horas organizado por Vespa Adventures, con comida callejera y tragos incluidos– nos cautivó de inmediato, así que lo tomamos sin más.
Contacto: Vespa Adventures, 169a De Tham, Distrito 1, Ciudad Ho Chi Minh (Saigón), Vietnam. T: +84 1222993585.
A las seis en punto de la tarde, nos esperaban en la puerta del hotel unas vespas vintage con sus respectivos choferes: para que la bebida no sea un problema a la hora de conducir y que la velocidad promedio no vaya a ser menor de lo acostumbrado. Por lo demás, estábamos advertidos sobre llevar el estómago vacío y ganas de experimentar la gastronomía local.
La primera parada, para conocer al resto de la comitiva de la noche y probar alguna cerveza vietnamita, fue en el Café Zoom. La mesa resultó de lo más variopinta –neozelandesas, bostonianos, ingleses, alemanas, mexicanos– y la plática, amena.
Para el plato fuerte (más bien: el primero de los platos fuertes), las motos pusieron rumbo al “barrio de la mafia”, donde un restaurante sencillo con mesas en las aceras hacía gala de la extrema frescura de sus ingredientes marinos. ¿Más cerveza? Sí, una Sagota, mariscos y verduras al estilo local.
Para bajar la comida, rodamos durante un buen rato frente a los edificios más icónicos de la ciudad bellamente iluminados. Al fin, llegó el segundo plato fuerte, que saldría de una gran cocina abierta con enormes sartenes donde se preparaban unas crepas vietnamitas crujientes llamadas bánh xèo. Mientras tanto, en la mesas, Ai, la guía, nos enseñaba a preparar con nuestras propias manos los muy típicos rollos vietnamitas (cuốn tôm thịt) enrollando un camarón con hojas de diferentes sabores sobre una lámina de arroz.
Con el estómago lleno regresamos a los cascos y el múltiple zumbar de los motores para dirigirnos por un té digestivo a nuestro siguiente destino, el café Vừng Ơi, Mở Ra, muy romántico y sensual, escondido tras un pasillo, escaleras arriba, con música en vivo. Daban ganas de extender allí la velada, pero aún nos quedaba un lugar más por conocer en nuestra ruta nocturna. Quizá regresemos por nuestra cuenta luego, si es que logramos dar con su paradero.
La última parada la puedes extender cuanto quieras si le avisas a tu chofer que ya verás cómo te regresas al hotel. En el antro Acoustic, pasadas las once de la noche, la música a cargo de distintas bandas sonaba más fuerte, el ambiente era animado y los tragos circulaban para sellar con un brindis el cierre de una noche redonda, motorizada, deliciosa, al estilo de Saigón.
Publicado en Nat Geo Traveler Latinoamérica, edición 96.
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Un comentario en “SAIGÓN en Vespa”