El fotógrafo norteamericano Edward Weston acababa de separarse de su esposa –tras largos años de inconformidad matrimonial– y de mudarse a su estudio de Los Ángeles, cuando en la Navidad de 1922 su amante, la italiana Tina Modotti, le propuso un viaje a México, país que ella había conocido por casualidad unos meses atrás.
Weston, ya por entonces famoso gracias a su defensa de la fotografía-arte, a sus múltiples exposiciones y a sus innovadores encuadres, consideró que se trataba de una buena oportunidad para cambiar de aire, renovarse y conocer una cultura que le era muy ajena.

Así, la pareja elaboró una especie de «contrato» verbal, según el cual ambos se instalarían por un tiempo en la Ciudad de México, Weston la tomaría a ella formalmente como su aprendiz y, a cambio, Tina se ocuparía de asistirlo en el nuevo estudio que montarían. Por otra parte, Weston no hablaba ni una palabra de español, mientras que Tina había descubierto, en su anterior visita, que su italiano de origen le permitía entender muy fácilmente el idioma local. De modo que también se desempeñaría como intérprete de la sociedad en ciernes.
Por fin, un domingo calurosísimo, el 29 de junio de 1923, varios amigos y familiares despidieron a Edward, Tina y Chandler, el hijo mayor de Weston, quien los acompañaría en la travesía, en el puerto de San Pedro, donde se embarcaron en el Colima.
Apenas en alta mar, los viajeros supieron que habían quedado muy lejos sus respectivas vidas de Los Ángeles. Por otra parte, el capitán y la tripulación eran mexicanos y representaban un alivio a las rígidas pautas dejadas atrás. La italiana comenzó de inmediato a desempeñar su papel como traductora para facilitarle a Weston la comunicación. Y, dada la simpatía de la pareja, pronto se estableció una especie de amistad con el capitán del Colima. Así, recibieron algunos privilegios como la posibilidad de utilizar la cubierta privada del capitán y su lancha para bajar a tierra, y varias veces fueron invitados a beber en su camarote.

El Colima entró al puerto de Mazatlán al sexto día de viaje y ancló poco después de media noche. Por la mañana, los tres viajeros pisaron tierra y se dedicaron a recorrer el pueblo.
«Los frescos patios, que se distinguen desde las calles tostadas por el sol, refugian palmeras de coco, extraños lirios y plátanos», anotó Weston en su diario personal, fascinado por ese mundo nuevo.
Luego, para escapar del calor del mediodía y de la humedad tropical, pidieron unas bebidas frías en el jardín del Hotel Beimar. Más tarde, el cóctel vespertino con el capitán se transformó en una fiesta de tequila, en compañía de otros viajeros. Al tercer caballito, la traductora dejó de prestar sus servicios. Sin embargo, Weston no se sintió totalmente perdido en la algarabía hispanoparlante y participó en la conversación, como si supiera…
Entonces, algo entonado, el fotógrafo observó: «¡Es extraño cómo se puede entender un idioma extranjero con tequila en la panza!».
Tras un fin de semana en Mazatlán, el Colima navegó hasta Manzanillo. Allí, mientras Edward y Tina disfrutaban unos tequilas en el malecón, se acercaron unos músicos callejeros que entonaron «La borrachita». Entre encendido y meditabundo, Weston resumió su incipiente experiencia en tierras mexicanas: «Se puso a prueba mi reserva anglosajona… y perdió. Fue algo más que la música… la hospitalidad… el mar azul… lo que rompió mi resistencia, caí en la cuenta de que estos días marcaron un final… y un principio».
Ficha Personal
- Edward Weston (1886-1958).
- Nació en Highland Park, Illinois. Pero vivió la mayor parte de su vida en California.
- Fotógrafo, precursor del movimiento purista. Sostenía, cuando aún muchos dudaban, que la fotografía es un arte.
- Retrató objetos con encuadres especiales (primeros planos, para generar abstracción), rostros y desnudos. En México, país donde residió por tres años, hizo un importante trabajo fotografiando gente, costumbres y lugares. También son famosas sus fotos de las dunas del desierto californiano.
- Fue el primer fotógrafo en conseguir una beca de la Fundación Guggenheim.
Fuente: Tina Modotti, fotógrafa y revolucionaria, de Margaret Hooks, Plaza & Janés Editores, 1998.
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