El Museo de Arte Abstracto Español tiene una ubicación privilegiada, en uno de los íconos de la ciudad de Cuenca: las famosas Casas Colgadas del siglo XV, que fueron restauradas para albergar su sorprendente colección de pinturas y esculturas de artistas españoles de la generación abstracta.
El tren de alta velocidad español te deja en la estación Fernando Zóbel de Cuenca y con ello tienes la primera noticia de la estrecha relación que entablaron, desde hace ya muchas décadas, esta ciudad manchega con el arte abstracto. El pintor y coleccionista homenajeado fue el responsable de esa compenetración, además de ideólogo de uno de los más interesantes museos de provincia que puedas visitar en España: el Museo de Arte Abstracto.
Fernando Zóbel –que nació en Manila y se educó en la Universidad de Harvard– fue un gran viajero, muy vinculado a las corrientes artísticas en auge en su época. Desde 1955, cuando comenzó a viajar por España, se interesó por el trabajo de los entonces incipientes artistas abstractos y para 1961, al instalarse definitivamente en ese país, los animó comprándoles su obra. Así se hizo de una refinada colección personal y pronto sintió la obligación de mostrarla al público.
Dónde: Museo de Arte Abstracto Español, Fundación Juan March, Canónigos s/n, Cuenca, España. march.es.
Con la ayuda de los propios artistas, en especial de Gustavo Torner y Gerardo Rueda, quienes fueron los primeros conservadores de la colección, logró que el Ayuntamiento de Cuenca les cediera parte de las Casas Colgadas, que acababan de ser restauradas, como sede del museo que se inauguró en 1966.
Como beneficio colateral de esta inauguración, toda la zona en la que se hallaban las Casas Colgadas adquirió su actual esplendor de la mano del arte abstracto, cuando muchos artistas instalaron sus talleres en los alrededores y restauraron edificios centenarios que habían sido olvidados. De modo que al visitar Cuenca, podrás disfrutar de su peculiar arquitectura medieval, literalmente colgada de una roca que pende sobre el río Huécar, desafiando la gravedad y las convenciones, tanto como lo hicieron en su época los artistas abstractos.
Interior de un museo con vistas
La pequeña entrada de piedra del Museo de Arte Abstracto da paso a un universo de escaleras angostas y salas muy blancas, donde todo está pensado para que resalte la obra de los artistas.

El museo exhibe más de un centenar de pinturas y esculturas de los artistas que configuraron algunas de las tendencias abstractas más significativas del arte en España en los años cincuenta y sesenta, como Eduardo Chillida, Luis Feito, Antoni Tàpies, Antonio Saura, Eusebio Sempere, Gustavo Torner, Jordi Teixidor, Gerardo Rueda y el propio Zóbel, entre otros.
Aquí y allá se descubren vestigios centenarios, que fueron rescatados durante la restauración del edificio y que adquieren un papel preponderante a la par de cuadros y esculturas. Cada tanto durante el recorrido, un ventanal que mira al precipicio –enmarcado por bellísimos balcones de madera– deja ver la obra más abstracta de la naturaleza: un murallón de piedra tallada por la erosión, al fondo del paisaje que se antoja vertiginoso. Así, cuesta decidir si quedarse admirando las vistas o los cuadros… algo que hace la visita al museo una experiencia memorable.
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