La periodista Nellie Bly le propuso a su editor del diario New York World lanzarse a un largo viaje para comprobar si era posible reproducir la proeza de Phileas Fogg, personaje del famoso libro La vuelta al mundo en 80 días, de Jules Verne.
Sin embargo, los “peros” del editor fueron muchos: que se le había ocurrido la idea a alguien más y que pensaban mandar a un hombre, que como mujer necesitaría que la acompañen para protegerla, que las mujeres viajan con demasiado equipaje… y así. “Muy bien, que salga el hombre; yo saldré ese mismo día para otro periódico y llegaré antes que él”, respondió enojada. La determinación de la joven periodista, que por entonces contaba 24 años, no la pasó por alto el editor, aunque el proyecto se dejó a un lado durante un año aproximadamente.
De improviso, el editor convocó a Nellie para preguntarle si estaba dispuesta a iniciar su viaje alrededor del mundo en dos días. Y por supuesto que lo estaba: encargó a toda velocidad un vestido que luego se pondría de moda y guardó como pudo unos cuantos objetos personales en un bolso de mano que sería su único equipaje.
Así, el jueves 14 de noviembre de 1889 a las nueve y media de la mañana, zarpó de Nueva York el vapor Augusta Victoria con Nellie Bly a bordo, dispuesta a batir el récord de Phileas Fogg, algo que incluía un desvío en Francia para hacerle una corta visita al escritor Jules Verne.
Claro que una viajera sin acompañante por aquel entonces era una rareza que despertaba la curiosidad de otros pasajeros e incluso podía alentar en algunos las esperanzas de vivir un emocionante romance.
Nellie Bly navegaba en el vapor Victoria rumbo a Asia, cuando alguien con quien había hecho amistad le contó que se había difundido el rumor de que ella era una excéntrica millonaria estadounidense que viajaba solamente con un cepillo para el cabello y una libreta de ahorros.
La periodista debió aclarar la situación cuando notó que su fama de mujer rica le estaba agenciando algunos pretendientes con técnicas de seducción cuestionables.
Por ejemplo, un compañero de viaje le comentó a Nellie que ella era el tipo de chica que le gustaba y que, como era segundo hijo y su hermano se quedaría con el dinero de la familia y el título nobiliario, estaba en busca de una esposa que pudiera fijarle una renta anual de mil libras.
“Había otro joven a bordo, igual de peculiar como personaje y mucho más interesante para mí. Me contó que no había dejado de viajar desde que tenía nueve años y que siempre había sacrificado su deseo de amar y casarse porque no esperaba encontrar una mujer que pudiera viajar sin llevar varios baúles e innumerables paquetes”, relató Bly.
Pero la periodista notó que el pretendiente vestía muy bien y cambiaba su atuendo hasta tres veces cada día, así que se le ocurrió preguntarle cuántos baúles llevaba consigo: “¡Diecinueve! Fue su sorprendente respuesta… dejé de asombrarme por sus temores de no encontrar una esposa que viajara sin baúles”.
Pero Bly era una mujer interesante y guapa, de modo que los pretendientes no necesitaban que tuviera una fortuna detrás para fijarse en ella. A bordo del vapor Oriental rumbo a Hong Kong, le tocó un fuerte temporal que embraveció al mar y sumió a todos los viajeros en crisis de mareos y vómito. Pero ni eso disuadía los esfuerzos galantes. “Un hombre que me había prodigado muchas atenciones cayó presa del mareo. Para mí fue un alivio cuando me enteré, aunque me sentía muy cruel cuando veía su cara pálida y lo oía suplicar compasión”, escribió Bly. Sin embargo, los otros pasajeros se divertían molestándolo y quitaban todas las sillas que hubiera cerca de la periodista en cubierta, con el fin de que no tuviera excusas para acercarse, además de decirle que estaba comprometida con el jefe de máquinas. Pero al descompuesto pretendiente nada le importaba: se tendía en su alfombra a los pies de la reportera, sumido en su desgracia gástrica, mirándola fijamente. Un día, para romper el hielo, le dijo: “Nadie diría que estoy disfrutando de unas vacaciones, pero así es. No sabe lo apuesto que puedo ser. Si se quedara una semana en Hong Kong, vería lo bien parecido que puedo llegar a ser”. Pero Nellie Bly lo cortó con frialdad: “La verdad es que ese fenómeno podría hacer que me quedara allí ¡seis semanas!”.
Fuente: La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos, Nellie Bly, Capitán Swing Libros.
Ficha Personal
- Elizabeth Jane Cochran (1864-1922). Para firmar sus artículos utilizaba el pseudónimo Nellie Bly, que le puso el editor del periódico Pittsburgh Dispatch por una canción de Stephen Foster.
- Nació en Cochran’s Mills, Pensilvania, Estados Unidos.
- Periodista y escritora. Fue pionera en muchos aspectos de la profesión, por sus métodos de investigación (que luego se conocerían con el nombre de “gonzo”) y por haberse convertido en una de las primeras mujeres corresponsales de guerra durante la Primera Guerra Mundial.
- Viajó a México como corresponsal de un periódico, para documentar durante seis meses la vida y costumbres locales.
- Se hizo famosa en 1887 por el reportaje que realizó luego de internarse durante diez días en un manicomio para mujeres, fingiendo estar loca y sin revelar su identidad, para denunciar el tratamiento cruel que allí se daba a las enfermas.
- Su popularidad creció cuando dio la vuelta al mundo en 72 días, 6 horas y 11 minutos, inspirada por la novela de Jules Verne. El relato de su aventura se recopiló en el libro La vuelta al mundo en 72 días y otros escritos. Otra periodista, Elizabeth Bisland, fue enviada al mismo tiempo por la revista Cosmopolitan para hacer la travesía en sentido contrario, pero Bly (quien se enteró de la competencia cuando estaba en Hong Kong) resultó vencedora.
- Se casó en 1895 con el millonario Robert Seaman y se apartó un tiempo del periodismo. Al enviudar, en 1904, se convirtió en una empresaria llena de ideas de vanguardia. Sin embargo, tras quebrar decidió regresar al periodismo.
- Cubrió la convención de 1913 a favor del sufragio femenino. Y, durante la Primera Guerra Mundial, ejerció como reportera en el Frente Este.
- Murió en Nueva York, Estados Unidos.