El delegado general de la Metro Goldwin Mayer en Europa vio la película La edad de oro, de Luis Buñuel, antes de su estreno y quedó tan sorprendido que llamó al cineasta surrealista a su despacho para una entrevista.
«He visto su película, que no me ha gustado nada, no la he entendido, pero me ha impresionado», arremetió el representante de la MGM. Sin embargo, le propuso un viaje de seis meses a Hollywood para aprender «la magnífica técnica americana, la mejor del mundo». La empresa pagaba el pasaje y un sueldo de 250 dólares a la semana, sin más obligación que la de mirar cómo se hacía una película.
No hubo objeciones. Buñuel firmó el contrato y en diciembre de 1930 se embarcó en el transatlántico norteamericano Leviathan. Luego, en Nueva York, tomó un tren a Los Ángeles, donde lo esperaba su «supervisor», nada menos que Charles Chaplin.

El extraño contrato le dejaba al cineasta español muchísimo tiempo libre para dedicar al ocio. En uno de esos momentos de holgazanería hollywoodense, Buñuel confeccionó un curioso artefacto: una especie de cuadro sinóptico sobre el cine americano.
Sobre una plancha de cartón grande puso varias columnas móviles de fácil manipulación. En la primera columna se leía, por ejemplo, «ambientes: parisino, de western, de gángsters, de guerra, medieval…», y así. En la segunda columna, «épocas». En la tercera, «personajes principales». En total eran unas cinco columnas.
Por entonces, según Buñuel, el cine americano se regía por una codificación tan precisa y mecánica que, con su sistema de tiritas móviles, alineando un ambiente, una época y unos personajes, se podía averiguar infaliblemente el argumento de la película.
El cuadro sinóptico daba resultados especialmente precisos en lo referido al destino de las heroínas. Y el escritor español Eduardo Ugarte, quién también trabajaba en Hollywood y compartía departamento con Buñuel, se conocía de memoria su funcionamiento.
Así, llegó el día de poner a prueba la efectividad del artefacto buñuelesco. Una noche, el productor de Dishonored, un film del director Josef von Sternberg, invitó a Buñuel a una exhibición sorpresa, previa al estreno. La historia de espionaje estaba protagonizada por Marlene Dietrich e inspirada libremente en la vida de Mata-Hari. Al final de la proyección, entre varios elogios, el productor opinó que el tema de la película le parecía muy original. Pero en ese punto Buñuel no estuvo de acuerdo y argumentó que Sternberg partía de «melodramas baratos», que luego transformaba con su dirección.
El productor no compartía en lo más mínimo semejante opinión:
– ¡Todo lo contrario! ¿No se ha dado cuenta que al final de la historia fusila a la estrella? ¡A Marlene Dietrich!
Pero Buñuel objetó que sabía cómo terminaría la película a los cinco minutos de comenzada…
– ¡Si nunca se había visto en toda la historia del cine! ¿Y usted pretende haberlo averiguado? – dudó el productor, ya algo exaltado.
Para calmar los ánimos, Buñuel invitó a su incrédulo partenaire a tomar una copa en la casa. De inmediato despertaron a Ugarte:
– Ven, te necesito – lo requirió Buñuel.
El escritor apareció en escena malhumorado, con los ojos hinchados de sueño.
– Escúchame bien. Se trata de una película. Ambiente vienés. Época, la Gran Guerra. Empieza la cinta y se ve a una prostituta que aborda a un oficial en la calle… – detalló Buñuel.
Ugarte interrumpió con un gesto a Buñuel, se puso de pie bostezando y, ante los ojos desorbitados del productor, se dirigió a su cuarto diciendo:
– Corta. Al final la fusilan.
Ficha Personal
- Nombre completo: Luis Buñuel Portolés (1900-1983).
- Nació en Calanda, provincia de Teruel, Aragón, España. Pero también vivió en Zaragoza y París. Tomó la nacionalidad mexicana, país donde residió durante 37 años.
- Cineasta surrealista.
- Director de 32 películas, entre ellas Un perro andaluz (con Salvador Dalí), La edad de oro, Los olvidados, Viridiana, Bella de día, La vía láctea y Ese oscuro objeto del deseo.
- Recibió las más altas distinciones internacionales en materia de cine, como el León de San Marcos en Venecia, un Oscar de Hollywood, el Premio Especial del Festival de San Sebastián, varios Ariel de Oro y Plata, y la Palma de Oro en Cannes, entre muchos otros.
Fuente: Luis Buñuel, mi último suspiro, de Luis Buñuel y Jean-Claude Carrière, Plaza & Janés Editores, 1982
Interesante historia! y sin duda que cuando naces con el talento y enfocas bien tu vocación no hay «grandotes» que te ganen.
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😀
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