“Y… ¿Por qué no quedarse en casa?”, se preguntó en cierta ocasión Aldous Huxley. Para encontrar respuestas al impulso irracional que mueve a los viajeros, cargó algunas pertenencias en su Citroën 10 CV y –con su esposa Marie Nys al volante, dado que era muy corto de vista– se lanzó a explorar los caminos de la Europa de mediados de la década del veinte.
A punto estaba de terminar el invierno, en marzo de 1924, cuando los Huxley decidieron recorrer la vía que une Florencia con Bolonia, en Italia, de modo que era alta la posibilidad de encontrar los pasos bloqueados por la nieve. Sin embargo, el encargado de la gasolinera donde se detuvieron a llenar el tanque para el viaje les aseguró, con total convicción y una enorme sonrisa, que la carretera estaba libre de obstáculos.
“Nada es más encantador que la cortesía meridional, la simpatía meridional y el meridional deseo de agradar. (…) Es delicioso. Pero a veces, verdaderamente se exceden bastante en su simpatía. Y es que para no contradecirle o para no darle un momento de disgusto al discutir lo bien sentado de sus ideas le dirán lo que usted quiere oír antes que decir lo que le sería realmente útil escuchar. Al mismo tiempo su propia estima les impide confesar una total ignorancia y así preferirán decirle algo erróneo a no decirle a usted nada en absoluto”, escribió Huxley en su relato de viaje A lo largo del camino.
Aunque no tenía información sobre el estado de los caminos, el encargado del garaje les dijo a los Huxley lo que querían escuchar, dada su intención de llegar a Bolonia. Y ellos, por supuesto, le creyeron.

La pareja hizo un alto para almorzar en el albergue de Pietramala. El Citroën pronto llamó la atención de algunos vecinos, quienes les aseguraron que la carretera estaba bloqueada por la nieve un poco más adelante, después del paso de Roticosa, hacia donde se dirigían. Mientras comían, Aldous y Marie se lamentaron por no haber desconfiado de la respuesta del hombre de la gasolinera, aunque el hostelero les aseguró que en un par de horas una cuadrilla de trabajadores quitaría la nieve, de modo que podrían llegar a Bolonia esa misma noche. Ante la pregunta sobre si la carretera alternativa que atravesaba Firenzuola e Imola estaba limpia, el hostelero aseguró que no. “Por segunda vez en aquel día creímos en las afirmaciones de un meridional”, se quejó Huxley.
A la hora en que se suponía que los trabajadores habrían terminado de quitar la nieve, los viajeros emprendieron la marcha, para toparse con una capa de nieve de 90 centímetros y no vieron ni un trabajador procurando quitarla. Regresaron. No había más opción que pasar la noche en Pietramala, en una habitación helada y sin calefacción. De todas formas, el hostelero les aseguró que al día siguiente el paso estaría libre, sin dudas.
La siguiente mañana transcurrió entre el frío intenso y las “noticias frescas” que el hostelero aseguraba recibir sobre los trabajos en el paso bloqueado. Luego de la comida, los Huxley volvieron a preguntar por el camino alternativo, pero el hostelero les aseguró que estaba segurísimo de que era inviable. De modo que empezaron a evaluar si seguir esperando o regresar a Florencia. Estaban en plena incertidumbre cuando un soplo de verdad llegó encarnado en un hombre con carruaje que les informó que no había trabajadores en el paso ni los habría hasta que cambiara la dirección del viento, algo que podría ocurrir aquella tarde o en una semana. Pero… ¿por qué no toman la carretera a Firenzuola? “Claro, ¿por qué no?”, se rindió el hostelero, que vio que no tenía chance de retener a la pareja otra noche más en su albergue, sonrió como si nada y se fue a preparar la cuenta.
“Los motivos que el hostelero tenía para no decirnos la verdad eran distintos de aquellos que habían impulsado al hombre de Florencia a hacer lo propio. Y es que este último había mentido movido por un orgullo y una educación fuera de lugar; el hostelero, por el contrario, mintió meramente por interés”, consideró Huxley al relatar su aventura en su texto Una noche en Pietramala.
El fiel Citroën 10 CV llevó sanos y salvos a Marie y Aldous con destino a Bolonia, donde llegaron esa misma noche, que era a su vez la última del Carnaval.
Fuente: A lo largo del camino – Notas y ensayos de un turista, Aldous Huxley, Interfolio Libros.
Ficha Personal
- Aldous Leonard Huxley, (1894-1963).
- Nació en Godalming, Surrey, Inglaterra. Vivió en Italia, Francia y Estados Unidos, donde residió de forma permanente a partir de 1937.
- Perteneció a una reconocida familia de intelectuales y científicos. Aunque primero pensó en ser médico, al final decidió estudiar literatura inglesa en Oxford.
- Cuando tenía 16 años sufrió un ataque de queratitis punctata, una enfermedad de los ojos que lo dejó prácticamente ciego durante un año y medio, de modo que aprendió a leer en sistema Braille y a tocar el piano. Luego recuperó parcialmente la vista: en un ojo apenas percibía la luz y en el otro tenía una visión limitada. Más tarde, con técnicas de reeducación de la vista logró mejorar notablemente su capacidad visual.
- Escritor y filósofo. Se lo considera uno de los más importantes representantes del pensamiento moderno.
- Autor de novelas como Los escándalos de Crome, Contrapunto, Un mundo feliz y La isla, entre otras. También escribió ensayos como El fin y los medios, Filosofía perenne y Las puertas de la percepción. Además, publicó varios libros de cuentos, poesías y relatos de viajes.
- Fue un viajero empedernido que prácticamente le dio la vuelta al mundo. Además, se interesó por temas espirituales y las sustancias psicodélicas.
- Se casó con la belga Marie Nys, con quien tuvo a su único hijo, Matthew. Tras la muerte de su esposa, se volvió a casar con la violinista y terapeuta italiana Laura Archera.