El lago más grande de España, ubicado a 10 kilómetros de Valencia, es ideal para pasear en bicicleta o en barca, y luego recuperar energías comiendo la mejor paella.
Albufera significa “pequeño mar” –aunque es de agua dulce– y en Valencia está separada del Mediterráneo por una estrecha franja de dunas llamada dehesa del Saler. Muchas veces, sus aguas están tan mansas que reflejan sin ondulaciones todo lo que las rodea, por ello en varios poemas árabes también se llamó a este lago “espejo del sol”. Y los romanos incluso lo conocían como Nacarum Stagnum, que quiere decir “lago de nácar”. Mientras el escritor español Vicente Blasco Ibáñez situó en ese escenario su famosa novela Cañas y barro. Sí, mucha poesía para referirse a un lugar realmente inspirador.
Pero además de evocar imágenes poéticas, el Parque Natural de la Albufera te brinda un contraste interesante cuando ya recorriste la sorprendente ciudad de Valencia. Ubicado a unos 10 kilómetros al sur de la capital de la Comunidad Valenciana, el lago es famoso por los paseos en barca, la observación de aves, los senderos para andar en bicicleta o caminar, sus atardeceres, los arrozales que lo rodean y la deliciosa gastronomía que allí se ofrece, haciendo uso de los ingredientes locales.
Navega
El paseo en barca de una hora es imprescindible cuando visitas La Albufera. Los ofrecen en muchas partes, pero quizá lo más práctico es acercarte al embarcadero de El Palmar (aunque también salen barcas desde Catarroja o Silla). La mayoría de las barcas ya son a motor, pero muchas conservan los mástiles (perchas) de sus famosas velas latinas triangulares y, con un poco de suerte, todavía podrás ver alguna desplegada. Durante el paseo podrás observar infinidad de aves, te contarán la historia del lago, desde tiempos de los árabes, tal vez te cruces con las redes que ponen para atrapar anguilas y seguramente conocerás las barracas o antiguas casas de los pobladores locales, hechas de barro, cañas y paja, con su cruz en la parte de arriba para evitar los impuestos que se les aplicaban en una época a los musulmanes.
Pedalea
Pero si lo tuyo es la bicicleta, este es el lugar indicado. Hay senderos especialmente acondicionados que te llevan desde la ciudad de Valencia a La Albufera por la costa bordeando la dehesa e incluso puedes darle la vuelta al lago en un recorrido de unos 50 kilómetros (70 si le agregas el trecho hasta Valencia de ida y vuelta).
La rodada se puede combinar con el paseo en barca y también con la visita al Centro de Interpretación Racó de l’Olla, donde hay una torre con mirador, senderos con información didáctica y un puesto de observación de aves que te dará una idea de la magnífica fauna del lugar y te ayudará a comprender el motivo por el cual se decidió protegerla.
Come
Con tanta actividad, seguro se te abre el apetito y ni vale la pena llevar picnic, porque te perderías de probar los excelentes restaurantes que se han instalado por todas partes. Con todo ese arroz que se siembra en los alrededores del lago, la paella es casi obligada. Sin embargo, también tendrás que probar el all i pebre –de papas, ajo, chile y anguila local– o el mullador de llisa, que es un pescado típico del lago y el chef Rubén Ruiz, del restaurante La Matandeta, lo prepara como nadie.
Y si puedes, prolonga la jornada en contacto con la naturaleza hasta el atardecer, para ver la espectacular puesta del sol sobre el lago.
Publicado en la revista National Geographic Traveler Latinoamérica, edición 108.