Los hay islámicos, romanos, íberos… Góticos y mudéjares. Ubicados junto a la playa o tierra adentro. Algunos están en ruinas y otros magníficamente conservados. Existen más de una centena de castillos medievales esparcidos por las cimas de las colinas valencianas. Todos están en lugares estratégicos y ofrecen privilegiadas vistas panorámicas. Sólo hay que subir y comprobarlo.

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Justo allí donde se forjó aquello de “estar en la luna de Valencia” comienza este recorrido por los castillos de la Comunidad Valenciana. Las Torres de Serranos y de Quart, en la parte más antigua de la ciudad de Valencia, son las únicas dos sobrevivientes de 12 portentosas torres que daban acceso a la urbe amurallada. Había horarios: las puertas se cerraban por la noche y los despistados que no lo tenían en cuenta debían dormir al sereno, apenas cobijados por la luz pálida de la luna de Valencia.

Sagunto

Desde la ciudad de Valencia, para seguir la ruta de los castillos medievales –que más bien son fortalezas amuralladas– se puede poner rumbo hacia el norte y recorrer apenas 25 kilómetros para llegar a Sagunto. La antiquísima ciudad, dada su ubicación estratégica, ha participado en cuanto suceso histórico recuerden esas costas y, a cambio, ha quedado marcada con huellas que el tiempo no borra. Sin embargo, su enorme castillo de casi un kilómetro de longitud, domina el paisaje y el interés de los visitantes. Las murallas conservan vestigios íberos, romanos y árabes. La fortaleza está dividida en varias plazas, que puedes recorrer en un paseo de unos 90 minutos y que te ofrecerán estupendas vistas aéreas de la ciudad y su puerto (algo apartado del casco urbano). No dejes de atravesar la puerta de Almenara y subir al camino de ronda, donde obtendrás las mejores panorámicas y una vista aérea de su famoso Teatro Romano.

Onda

El camino te lleva luego tierra adentro, hacia el pequeño municipio de Onda. En lo alto, el castillo construido en la época califal, allá por el siglo X, y restaurado hace tres años, vigila la ciudad. El Museo del Castillo exhibe objetos que permiten comprender la historia de la fortaleza y un audiovisual muy esclarecedor.

300 torres: El cronista Ramón Muntaner, a principios del siglo XIV, se refirió a la fortaleza de Onda como “El castillo de las 300 torres”, asegurando que tenía tantas como días el año (con redondeo incluido).

Desde allí, la iglesia de la Asunción domina el paisaje con sus cúpulas azules y su sólido campanario gótico. La vista invita a descender por las Escaletes dels gats para internarse por las estrechas calles, y dar por fin con la Plaza del Almudín, donde se antoja hacer una parada para beber o comer algo típico en Les Tasques o L’entrepà.

Peníscola

Un gran peñón que se adentra en el mar, coronado por un castillo, con casas blancas que parecen colgar de las laderas, es la siguiente estación de esta ruta: Peñíscola. La bellísima y portentosa fortificación es famosa por haber acogido a la orden de los Caballeros Templarios –quienes le dieron su actual estructura–, y por funcionar como sede pontificia, residencia del papa Luna (Benedicto XIII) durante su exilio y, tras su muerte, de su sucesor Clemente XIII. El castillo no es el único atractivo de Peñíscola, que es un popular destino de playa. Especialmente en verano, las calles del casco histórico lucen festivas, relajadas, encantadoras, y el castillo propone una apretada agenda cultural.

Morella

La promesa de saborear estupendos platillos que tienen como ingrediente estrella a las trufas negras de la zona, o degustar cecinas (jamón elaborado con pierna de toro) y quesos de oveja, rociados con los mejores vinos de la región, es ya suficiente excusa para ir un poco más al norte en la provincia de Castellón y llegar a Morella (a 80 kilómetros de Peñíscola). Sin embargo, la fortaleza que corona el peñón donde se asienta la pequeña ciudad –abrazada por una enorme muralla–, hace imprescindible el paseo en cualquier ruta que se precie por los castillos valencianos. Murallas adentro, las callejuelas circulares y radiales repletas de edificios antiquísimos, invitan a subir al castillo que domina todo el paisaje.

Xátiva

La ruta toma luego el rumbo del sur, para internarse nuevamente en la provincia de Valencia. A 300 metros sobre el nivel del mar –y a menudo rodeado de nubes–, se levanta el Castillo de Xátiva, que en realidad son dos castillos conocidos como Menor (de origen íbero) y Mayor (construido por los romanos) unidos por unas murallas serpenteantes (islámicas) de un kilómetro de largo.

Comercio: La ciudad de Xátiva, que tiene fama de pródiga y es afecta al comercio, conserva entre sus tradiciones más arraigadas el mercado de los martes y los viernes, que no debes perderte.

Testigo de todas las alternativas históricas de ese rincón de Valencia, el castillo conserva su esplendor y es un imán para quienes visitan la encantadora ciudad de Xátiva, que con sus arquitectura monumental reclama un paseo despacioso con la mirada alzada para no perder detalle.

Villena

El camino sigue hacia el sur, hacia la provincia de Alicante, para visitar el famoso Castillo de la Atalaya, en Villena. Con su perfecta silueta de castillo de cuento infantil, domina el paisaje en esta ciudad que tiene también una gran tradición vitivinícola. De modo que puedes complementar tu visita a la sólida fortaleza de origen árabe con un recorrido por alguna bodega, con cata incluida.

Biar

La pequeña villa de Biar es la siguiente escala en la ruta de los castillos. La fortaleza del siglo XII, construida por musulmanes en estilo almohade, luce imponente y desde su torre maestra se pueden apreciar los límites del poblado y el espeso verde que lo rodea. No dejes de visitar la ermita Nuestra Señora de Gracia, desde donde se tiene una vista privilegiada del castillo.

Alicante

Unos 45 kilómetros en dirección a la costa está Alicante, la ciudad española que indefectiblemente asocias con los turrones de almendra que disfrutas cada fin de año. Tras el regusto a miel recordarás que la capital valenciana también es famosa por sus playas bañadas por el Mediterráneo. Pero esta vez la visitamos con el único objetivo de subir 166 metros hasta su portentoso castillo de Santa Bárbara. Para acceder hay dos opciones: el ascensor excavado en la roca frente a la playa de Postiguet o la carretera que sube por la ladera norte del monte Benacanil. Las defensas colgadas sobre el mar en cada esquina de la muralla ofrecen unas vistas sobrecogedoras y un motivo incontestable para incluir a Santa Bárbara en esta ruta.

Dénia

La marina repleta de lanchas, catamaranes y yates, con su abigarrada parafernalia náutica en primer plano, no logra opacar el portento del castillo de Dénia, que se recorta en la cima de un breve monte, como telón de fondo. Arriba, las murallas que hacen las veces de barandal, donde inclinarse para perder la mirada en el mar, regalan momentos de auténtico relax. Destino veraniego por excelencia, con sus playas y su ambiente entre glamoroso y relajado, Dénia –ubicada a 86 kilómetros de Alicante y 103 de Valencia–, también ofrece opciones para practicar senderismo, bicicleta de montaña, golf y deportes náuticos.

Así llega el momento de regresar a la ciudad de Valencia para atravesar alguna de sus dos puertas medievales justo a tiempo… o tal vez no, y hacerse el despistado para pasar una noche más al cobijo de esa pálida luna.

Escrito por:Jes Garbarino

Periodista y viajera. Armo la maleta (antes era mochila) cada vez que tengo oportunidad, desde hace más de 20 años.

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