La llegada a esta ciudad anonada pero no asusta. A mi me levantó el espíritu ver cómo el hombre con ciencia y con técnica logra impresionar como un elemento de naturaleza pura. Es increíble. El puerto y los rascacielos iluminados confundiéndose con las estrellas, las miles de luces y los ríos de autos te ofrecen un espectáculo único en la tierra. París y Londres son dos pueblecitos si se comparan con esta Babilonia trepidante y enloquecedora.
La Estatua de la Libertad, frente a Nueva York.
Federico García Lorca, poeta y dramaturgo español, en una carta de 1929 a su familia.