Todos en Ámsterdam van y vienen de su negocio montados en un par de ruedas, lo cual, tanto para el peatón como para el automovilista resulta una pesadilla. Y todos ellos son consumados ciclistas, chiquillos de cuatro años llevan en el cuadro a otros de tres. Las madres pedalean alegremente con lactantes de un mes dormidos en las cunas amarradas a los portapaquetes. Los muchachos mensajeros no se lo piensan dos veces para aceptar dos metros cúbicos de fardos. Los lecheros realizan sus rondas sobre bicicletas especialmente construidas para transportar doscientas botellas de un cuarto de litro en una bandeja colocada entre las dos ruedas. He visto horticultores llevando cuatro palmeras y una docena de crisantemos en sus tiestos sobre el manillar y presencié cómo cinco personas marchaban atravesando el tráfico sobre un solo vehículo. Las más arriesgadas hazañas del circo y de las varietés son parte de la rutina cotidiana de Ámsterdam.
Bicicletas en Ámsterdam, Holanda.
Aldous Huxley, escritor y filósofo británico, en su libro A lo largo del camino.
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